martes, 6 de enero de 2009

Nina Simone

Eunice Kathleen Waymon,
en tu breathiness me revuelco como una perra feliz.
En tu voz, que es jade y obsidiana, florezco,
madre negra y muerta.

¿Cómo es que pueden, los gusanos, andarte la lengua?
Si tu boca, toda tu boca
empuja hacia fuera como un sexo,
pariendo un almíbar oscuro y somnoliento.

Te escucho, partida y ronca
como una pantera
en trances de cópula o de presa que sangra.

Mira, Sigilosa,
yo daré mi cuello a tus dientes,
yo, mi corazón que es grande y cobrizo
como los potros en los campos de Tryon.

Oh, madre en la que no fui,
déjame trotarte en tu cielo de algodonales
en tu húmedo paraíso de blues and soul,
en la cuenca salvaje y florida de tus oraciones,
en la cuerda hambrienta y rota
del silencio
-péndulo atroz-
en donde me sostengo
en donde no me sostengo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó, se me crisparon los pelos, casi como verla a ella en concierto...felicidá