lunes, 25 de junio de 2012

250612


Ahora que terminó el verano, aquí no queda nadie





los galgos finísimos, los sabuesos de mandíbulas poderosas,


un dálmata pequeño y angustiado


quedaron sin dueño aparente





recorren las avenidas en grupos, entran


a los parques solitarios


a beber el agua pesada y mustia de las piletas de natación


a pesar que el río es ancho y dulce, y está cerca


de todos





hubo una época portentosa de lluvias:


el agua desbordaba el cauce, y dejaba, en los márgenes,


pejerreyes plateados, dos o tres madrecitas


y las mojarras, del color del cieno


que brillaban con el sol generoso


emanando ese olor a muerte





todo está vacío, ahora, lleno


del aire, de la sombra del aire


que roza las columnas de las galerías,


el vidrio atónito de los gimnasios de las casas de veraneo


los rosales podados





cuando es de noche, siempre, se encienden


las lámparas solares


y pensamos en la tierna dicha de las mariposas nocturnas


volando en torno a la luz


celebrando a su pequeña, artificiosa


divinidad

martes, 12 de junio de 2012

El elefante se aparea lentamente- D. H. LAWRENCE


El elefante, enorme y antiguo animal,

se aparea lentamente;

encuentra una hembra, no muestran premura

esperan



a que en sus vastos corazones cautelosos

poco a poco se encienda la emoción

rezagándose en los lechos de los ríos

mientras toman agua y comen hierbas



y corren en pánico por la maleza de la selva

con la manada,

y duermen en sólido silencio y despiertan

juntos, sin decir nada.



Tan lentamente sus grandes corazones

calientes se llenan de deseo,

y al fin se aman las grandiosas bestias en secreto,

ocultando su fuego.



Son los animales más viejos y más sabios

así que al fin saben

esperar la fiesta más solitaria

el banquete completo.



No arrancan, violentos, los bocados;

su sangre maciza se acerca

como las mareas a la luna, cada vez más

hasta tocarse en el torrente.

se aparea lentamente;
encuentra una hembra, no muestran premura
esperan

a que en sus vastos corazones cautelosos
poco a poco se encienda la emoción
rezagándose en los lechos de los ríos
mientras toman agua y comen hierbas

y corren en pánico por la maleza de la selva
con la manada,
y duermen en sólido silencio y despiertan
juntos, sin decir nada.

Tan lentamente sus grandes corazones
calientes se llenan de deseo,
y al fin se aman las grandiosas bestias en secreto,
ocultandondo su fuego.

Son los animales más viejos y más sabios
así que al fin saben
esperar la fiesta más solitaria
el banquete completo.

No arrancan, violentos, los bocados;
su sangre maciza se acerca
como las mareas a la luna, cada vez más
hasta tocarse en el torrente.