domingo, 15 de agosto de 2010

150810

para la liebre, la luz de la linterna del cazador
es un pequeñísimo y muy raro amanecer

como en cada mañana, se pone frente a la luz
y sabe que debe decir su oración, sabe
que es la hora en que se halla el rocío en el matorral o
la tibia pelusa de la cría

para la liebre, no encandilada sino sumisa
ante el amor del sol,
el tiro de escopeta semeja el sonido
de una bandada disparándose al aire

aún si el fuego penetra su carne,
aún si cae, su cuerpo no entiende
el triunfo del que caza, su viciado deporte

entiende, sí, el sueño que le embarga
y eso es siempre así

cada mañana

4 comentarios:

Alejandro Schmidt dijo...

siempre asísiempre así...abrazos,condenas,luces

Anónimo dijo...

aún si el fuego penetra su carne,
aún si cae, su cuerpo no entiende
el triunfo del que caza, su viciado deporte

entiende, sí, el sueño que le embarga
y eso es siempre así

cada mañana


Extrañas sensaciones, alucinante poema.
Saludos.

Elena dijo...

Ale: siempre agradecida por tu palabra, por tu don compartido.
Besotes!

Anónimo: muchas gracias por tu lectura, un abrazo.

Alejo Salem dijo...

El problema con leerte, Elena, sigue siendo el mismo: temo repetir que me da envidia literaria, temo ser un gruppie cargoso, y así...

Abrazo.