bajo el naranjo, la muerte con sus crías
tomó sitio
desde allí, nos ponía sus ojos como púas
miraba nuestros temblores
luego tomaba una fruta, la rajaba
con una uña larga y mugrienta,
se la bebía, daba
como cualquier especie,
de comer a sus pequeños
cuando se fue, en su nido quedaron
las cáscaras
los huesos
y un agua negra que subía
despacito
a nuestro corazón
4 comentarios:
Me gusta el golpe lento del final, sí.
Ahora voy y me tomo un Rivotril ...
Lucrecia Borgia
Se percibe como un cuadro de naturaleza muerta y degustable a la vez.
Saludos...
Qué lindo que es esto.
Te cuento un dato (que es mínimo y poco interesante para vos): siempre te leo y nunca comento mucho.
Esta vez te lo quise decir: qué lindo esto.
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