jueves, 25 de junio de 2009

250609

besale el vestidito a nuestra señora
me dijo la vieja, y yo puse
mi boca sin fe
sobre el encaje, mugriento
de lágrima y besos
en los ojos hundidos
en el pie de celeste carnadura

por la calle de arriba venía el ancho río del hombre
por la calle de abajo venía el ancho río de las ratas
mordiendo la sobra
el desperdicio de la feria
el sol filtrado por las bocas de tormenta

después del teatro lo vi a mate
sentado en la placita, pensante como un cristo viejo
me arrimé, le pregunté si fumaba
y entre los dos tomamos la comunión
de un tabaco agridulce, que subía
derechito al cielo

2 comentarios:

GEORGIA dijo...

AMÉN

Lo importante es ser fiel a nuestras creencias ;)

gran poema...

abrazos

J. dijo...

Qué lindo aire tiene este poema. Es livianito como el aire del tabaco que sube y en algún punto desencajante, algo así como que alivia ante tanta cosa inmóvil.