metí la mano en la olla de la vida:
estaba la carne oscura del cordero
su sangre entre alambrados
y más grande el pueblo que prodiga
en el agua su veneno
estaba el padre enfermo, el hongo
que pudre y alucina al árbol joven
no estaba mi pureza, pero encontré el asco
la rabia
el tristísimo oro de la rabia
su luz entre tinieblas
No hay comentarios:
Publicar un comentario