martes, 10 de noviembre de 2009

101109

Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.

3 comentarios:

Leticia Ressia dijo...

Me encantó...saludos al autor.

Pablo Antonio Velasco dijo...

Las propiedades de la luz.

Tabaco Mariposa ya es luz por sí misma, así que que teman sus lectores, jaj.

Vos no tenés que tener miedo porque: o bien ya te quemaste y lo que queda es ceniza, o bien ya pasaste la luz y lo que se ve de este lado es la sombra (en la forma de un libro).

En cualquiera de los dos casos, la preocupación es ajena.

Nicolás Aimetti dijo...

Pinta lindo esto. Llegué por un post de Natalia Molina en facebook, ahora sigo leyendo.